define( 'WPCACHEHOME', '/home/jesantos/amargator.vientopm.net/wp-content/plugins/wp-super-cache/' ); amargator » Page not found

20070910

Y llegó un príncipe en su corcel azul. Pero a la princesa no le interesaban los corceles de colores extraños.

Otro le regaló vestidos de telas hermosas. Pero ella en realidad prefería la lencería deportiva.

Uno más leyó poemas y cuentos de amor durante 12 horas. Pero a ella le fastidiaban los merolicos.

Uno más creyó que su canto la enamoraría. Pero ella prefería el trash metal.

Uno más entregó en una caja la mitad de su corazón envuelto en celofán. Y ella pensó que al menos el corcel azul fue original y que este príncipe era un tacaño.

Uno, sin motivo aparente, amenazó con suicidarse si no obtenía el amor de la princesa. Pero ella ya estaba muy grandecita como para andar con mamones “emo”.

Uno más trajo una estrella de dimensiones inverosímiles que Dios le había regalado con el propósito de enamorarla. Pero la princesa tenía un serio problema con los mochos regiomontanos.

Y hubo uno que llevó a su banda favorita de trash metal. Pero a ella ya le enfadaba ese grupo y quería música nueva, además de que odiaba a los oportunistas.

Uno de ellos guardó el aliento de todo su ejército en un frasco chino. Y a ella le pareció asqueroso.

Otro más le llevó los chocolates más deliciosos que Suiza pudiera fabricar. Pero ella era mexicana y creía que los suizos eran unos usurpadores.

Uno le regaló una computadora. Pero ella odiaba a los geeks (aunque ella sólo existía en la imaginación de uno).

Otro le entregó un pedacito de luna. Pero en ese momento la princesa creía que García Márquez estaba sobrevalorado.

Y así pasaron los años. Y así pasaron los príncipes.

Y es que ella quería un pony, unos patines y una princesa.

fin…